Cuando hablamos de la Isla Margarita, se vienen a nuestra mente un conjunto de recuerdos sensoriales que involucran aromas y sabores; sensaciones que almacenamos de nuestras experiencias pasadas en la isla.
En lo personal tenía quizás más de 20 años que no iba a Margarita, pero aún así tenía presente los sabores con la cual la definiría. Por ejemplo: las empanadas de cazón, que son el desayuno típico de la zona, más aún si son las del mercado de Conejeros, que tienen fama internacional. A este festín se suman los frutos de mar, incluyendo el pescado frito con tostones a la orilla de playa y el 7 potencias, vuelve a la vida o rompecolchón, que representan la manera venezolana de hacer ceviche.
La isla también olía a esas exquisiteces importadas que se convirtieron en sinónimo de las compras en aquel puerto libre: Whisky en diferentes marcas y presentaciones; quesos de bola roja, que llegaban directamente desde Holanda; chocolatería suiza y del imperio mismo, en especial Toblerone en sus presentaciones de caja blanca, beige, y negra. A los más chamos se les endulzaba con un metro de chicle, que para la época era bastante accesible en cuanto a precio.
LA NUEVA MARGARITA
Tras 20 años de separación, el destino (o el trabajo mejor dicho) hacen que me reencuentre con Margarita. Esa isla por la cual muchos deliran, pero quizás el contraste de 2 décadas de diferencia (de las cuales 15 son de “revolución”) me dieron un bofetón de patria; mostrándome una Margarita descuidada, de estanterías vacías, donde la luz se va a cada rato y los precios son exorbitantes.
Los bodegones lucen repletos de nada, representados con las mismas golosinas costosísimas que se repiten sistemáticamente, una y otra vez, en el anaquel. Los quesos holandeses desaparecieron. Los whiskys también escasean, y la diferencia de precios con tierra firme no va más allá de la exoneración del IVA. En cuanto a los chocolates, el Toblerone es un lujo para unos pocos privilegiados, mientras el KIT KAT es la opción, si no te importa gastar 80 Bsf por barra.
EL TRAGO AMARGO
Lo relatado anteriormente viene acompañado de un trago aún más amargo, y es la crisis del sector aéreo venezolano. ¿Deudas o desidia? No lo sé, pero ya es normal que tu vuelo de las 7 pm sea reprogramado para la 1 am del día siguiente. No hay derecho a reclamo o pataleo, pues “eso es lo que hay” y “si no le gusta no viaje” con esa frase hostil cierran la conversación los trabajadores de las líneas aéreas, quizás ya cansados de los reclamos diarios que se escapan de sus manos.
Al llegar a la isla a las 2 am, no espere encontrar personal de información ni policías en los predios del aeropuerto. Los taxistas se avalanchan cual fieras salvajes sobre los visitantes, con precios que rayan en lo inadmisible por cada carrera.
ITS SUGAR – PARA ENDULZARNOS LA VIDA
Después de tanto mal rato, parece que a alguien se le ocurrió que querríamos endulzarnos la vida, y montaron una tienda It´s Sugar en el centro comercial la Vela, para el disfrute de los más golosos y dulce adictos.
It´s Sugar es una cadena de tiendas internacional de caramelearía y golosinas. Parece para niños, pero para cualquier adulto es difícil resistirse ante tantas azucaradas tentaciones. La venta es por peso, y las opciones incluyen caramelos en diferentes presentaciones, gomitas, mentas, chocolates, confitería, golosinas asiáticas…
No pasaba por It´s Sugar desde hace un par de años, y a decir verdad desconocía que teníamos uno en Venezuela. Aquí mi niño interno toma el control de mi tarjeta de crédito y se antoja de cientos de gramos de golosinas. Sólo que ahora mi adulto “foodie” le complica la vida al niño interno, y le interrumpe para fotografiar cada producto que mete en la bolsa.
Cubos de caramelo con formas y colores de los tacos de LEGO, gomitas ácidas con sabor y forma a patilla, roca de azúcar que parecen cuarzos de colores, los caramelos tradicionales rojos con franjas blancas, y más gomitas con formas de animales y sabores exóticos. Bolas de caramelos que parecen metras (o más bien molondronas) sumados a cuadritos de chocolates blanco, de leche, con frutos secos y chocolate oscuro… todo eso iba en los 100 gramos de golosinas que adquirí; quería muchos más, pero a esta edad el metabolismo es otro.
KEIK CUPCAKES – UNA CUENTA PENDIENTE
Por mi trabajo, referencias de conocidos y las redes sociales, conocía la propuesta de KEIK en Margarita, una tienda de cupcakes minuciosamente elaborados, de deliciosos sabores y trabajado decorado. Para nadie es un secreto que soy un amante de los cupcakes por lo que esta parada era una cuenta pendiente en la agenda de este mochilero gourmet.
La meta era clara, tenía que visitar a KEIK en mi corta estadía laboral en la isla. El último día, casi a última hora, entré en este templo de sabores ubicado en Pampatar. Ahí me atendieron entre sonrisas y me explicaron la selección de cupcakes del día.
Probé el Limón KEIK, un ponqué relleno de crema de limón, cubierto con merengue italiano flameado. Estaba en su punto, ni muy dulce ni muy ácido. Luego me sorprendieron con un cupcake de chocolate con merengue de chocolate y relleno de una crema de parchita, que me impresionó por el contraste inesperado de sabores.
Solo lamento no haber podido probar algunas cosas que me llamaron poderosamente la atención del menú, como por ejemplo el cupcake de vainilla con corazón turrón molido de almendras, nueces y avellanas, con topping de crema dulce de leche, chantilly y praliné. O el de cocada, relleno de leche condensada y cubierta de crema de coco.
Gabriel Balbas / Mochilero Gourmet / @gabrielBalbas